No pretendí ningún reproche
Solo disfruté el “te amo” de los días y noches
Sin ningún ajuste, sin ningún desbarajuste.
Esperé la espera del sin sabor
Donde me vestía de sonrisas y esperanzas
Me embarqué abriendo todas mis alas
Sin mirar atrás, sin mentir palabras.
Creí ser dueña del amor
Dando tesis y libros de mis triunfos
Me sentí complacida con el mundo
Por la gracia, música, tiempo y sentimiento en crepúsculos.
No esperaba nada de los hombres
Porque no existieron para mi más que uno
Por vez primera susurraba y pintaba un solo nombre
Que tenía ocho letras, ocho abrazos, ocho nudos.
Le sobra talento para volar solo
Que más que un oficio de lujo es su vicio
Por suerte tengo pinceles para pintar mi dolor
Por suerte el tiene guitarra para llorar su dolor.
Lo que no pudo ser es un cuento mal vivido, pero bien soñado.
Y los dos soñamos hasta imperar los cielos y adornar los cantos
Punto
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