lunes, agosto 03, 2009

Y yo no quería dormir, y mis ojos se cerraron.

El era un verdadero príncipe,
que se paseó por mis sueños un día,
encantando estos ojos que ciegamente ven más allá de lo que lees,
de estos ojos que no hacen más que perderse dentro del gentío,
de estos ojos que son iguales a los tuyos, y muy diferentes a los míos.

El era un príncipe a estrella fugaz,
que rozó mi rodilla con un soplo de labios fríos,
que pasó sus fuertes manos de seda, sobre la frente mía baja,
levanto el corazón derrotado,
y prendió de sus cabellos de noche estrellada, la canción que mis vellos no dejan de recordar.

El era un caballero,
de esos que existen solo cuando en un deslumbro como estos,
sueñas a que las lágrimas se tornen perfectas.

El si fue un caballero. . .
Llego un día sin que lo viera,
llegó y abrazó mis miedos dejándome protegida del mundo que me agobia,
del mundo que no sabe que existí,
del mundo que no me importa,
de la gente que no nace de mis oídos,
llegó para abrazarme en el brazo que necesita mi mano,
a arrullar el silencio que desconozco,
a ser ternura más en mis palabras,
a temblar de corajes contra los demonios invisibles que luchan por verme derrotada,
a dormir conmigo,
sin estar conmigo.

Llegó en ese lapso de sueño, ese caballero perdido.
que sigue perdiéndose en luchas desconocidas,
que sigue violando las mentiras de la vida por encontrar la precisa noche de saber,
y darse cuenta. .
que ha dormido demasiado en otros sueños,
y que no se permite más estar aislado de donde pertenece.


Sigue mis letras. caballero mio.


Siempre
Luna

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